Yosper, Santo Domingo. — La República Dominicana ha experimentado en los últimos años un auge en el turismo inmobiliario que ha transformado la economía del país, consolidándolo como uno de los destinos más atractivos del Caribe. Además de sus playas paradisíacas, el país ofrece una amplia gama de desarrollos inmobiliarios de lujo que atraen tanto a extranjeros como a inversionistas locales. Este modelo de turismo inmobiliario ha permitido que zonas como Cap Cana, Casa de Campo, Puerto Bahía en Samaná y Ocean World en Puerto Plata se conviertan en referentes internacionales de exclusividad y confort.
Este fenómeno no solo beneficia a los desarrolladores y compradores, sino que su impacto positivo abarca toda la economía dominicana, generando miles de empleos directos e indirectos en áreas como la construcción, el turismo y los servicios. La construcción de villas, apartamentos, marinas y campos de golf ha dinamizado la industria, impulsando desde obreros y arquitectos hasta gestores de turismo y decoradores de interiores. Además, este tipo de desarrollos aumentan el valor del suelo y fomentan la inversión en infraestructura pública, como carreteras, aeropuertos y servicios básicos, lo cual tiene un impacto directo en el bienestar de las comunidades locales.
Cap Cana, un exclusivo desarrollo en Punta Cana, es uno de los mejores ejemplos de este éxito. Con su oferta de residencias de lujo, campos de golf de clase mundial y una marina de primer nivel, Cap Cana atrae a compradores de alto poder adquisitivo de todo el mundo. Otro proyecto de renombre, Casa de Campo, en La Romana, es conocido no solo por ser un icono de la alta sociedad y el turismo internacional, sino también por su anfiteatro en Altos de Chavón y sus prestigiosos torneos de golf, que han dado a esta región una proyección cultural única.
Proyectos como Puerto Bahía, ubicado en la península de Samaná, también han contribuido a diversificar el turismo en el país, promoviendo un modelo que va más allá de los resorts tradicionales. Puerto Bahía ofrece experiencias personalizadas en marinas privadas y alojamientos boutique, posicionando a Samaná como un destino para quienes buscan una experiencia de lujo en un entorno natural y menos saturado.
En Puerto Plata, el complejo Ocean World ha seguido una estrategia similar, combinando atracciones turísticas con desarrollos inmobiliarios que atraen tanto a turistas ocasionales como a aquellos interesados en una segunda residencia en el Caribe. Esta integración entre turismo y bienes raíces ha permitido una ocupación constante a lo largo del año, no solo durante las temporadas altas, lo cual beneficia a toda la región.
No obstante, el auge del turismo inmobiliario también presenta retos importantes. La expansión acelerada de proyectos puede poner en riesgo los recursos naturales y el equilibrio ecológico de las zonas costeras. Ante esta situación, es crucial que el crecimiento inmobiliario esté acompañado de prácticas sostenibles. Los desarrollos deben priorizar la construcción sostenible y la preservación de los ecosistemas naturales para asegurar que la belleza del país, que es su mayor atractivo, se mantenga intacta.
A pesar de estos desafíos, el crecimiento del turismo inmobiliario en la República Dominicana representa una oportunidad única para consolidar al país como un destino de primer nivel a nivel mundial. Las alianzas estratégicas entre el sector privado y el gobierno serán esenciales para garantizar que este crecimiento sea inclusivo y sostenible, beneficiando tanto a las comunidades locales como a los inversores extranjeros.