Yosper | Santo Domingo, República Dominicana – “Yo fui el padrino de la boda de Guaro”, dijo con evidente pesar el presidente Luis Abinader, al relatar cómo la tragedia del Jet Set atravesó también su vida privada.
No fue solo una emergencia nacional, fue una herida personal que tocó a su círculo más cercano. En ese derrumbe, ocurrido la madrugada del martes 8 de abril, el mandatario perdió entre 11 y 12 personas allegadas, una cifra que supera cualquier estadística cuando el dolor es tan íntimo.
Entre los nombres que más estremecen figura el de Eduardo Guarionex Estrella Cruz, a quien Abinader no solo conocía, sino que acompañó en uno de los momentos más felices de su vida: su boda con Alexandra Grullón Segura, hija del fallecido fundador del Banco Popular, Alejandro Grullón, y de la reconocida filántropa Melba Segura.
Esa celebración de amor ocurrió apenas nueve meses atrás, sin que nadie imaginara el giro devastador que tomaría el destino de ambos
La pareja fue una de las cientos de historias humanas que quedaron truncadas en la tragedia.
Alexandra era descrita como una mujer dulce y comprometida, gerente de proyectos en Qik Banco Digital Dominicano. Era la única hija de Melba Segura, quien siempre la llamaba “la niña de mis ojos”.
. Eduardo, por su parte, trabajaba como viceministro del Ministerio de la Vivienda y Edificaciones. Era el único hijo varón del actual ministro de Obras Públicas, Eduardo Estrella, y el próximo 21 de abril cumpliría 36 años.
Durante su alocución en La Semanal, el presidente relató que tras el colapso fue contactado directamente por la gobernadora de Montecristi, Nelsy Cruz, quien se encontraba en el lugar y lo llamó desesperada para pedir ambulancias.
En medio del caos, Abinader también llamó a Eduardo Estrella para solicitarle apoyo en la zona, sin saber que su hijo estaba entre los presentes. La noticia de su fallecimiento sacudió al gobierno y al país.
La mayoría de las víctimas eran dominicanos, como enfatizó el mandatario. Muchos de ellos jóvenes, profesionales, amigos y compañeros de generación.
La caída del techo del Jet Set no solo dejó una lista de nombres, sino familias rotas, proyectos inconclusos y una herida abierta en la sociedad dominicana.
Ahora, el dolor trasciende lo institucional. Lo que comenzó como una noche de música se transformó en un antes y un después para decenas de hogares.