Yosper, Nueva York, EE.UU. – Entre aplausos, lágrimas contenidas y recuerdos imborrables, el joven dominicano Anderson Huerta Guzmán dio un paso firme hacia su futuro en el Departamento de Policía de Nueva York (NYPD), llevando en su corazón una promesa inconclusa: la de su primo, Lesandro “Junior” Guzmán Feliz, quien fue víctima de un brutal crimen en El Bronx en 2018.
Este jueves, Anderson, de 22 años, recibió su placa como nuevo oficial en una ceremonia que celebró el ingreso de 612 nuevos agentes, 30 de ellos nacidos en República Dominicana.
Pero en su caso, no fue solo un logro profesional. Fue la culminación de un compromiso silencioso que nació del dolor y la pérdida.
“Junior y yo hablábamos de esto cuando éramos exploradores en la comisaría 45. Nos entrenábamos, soñábamos con servir. Él debió estar aquí conmigo”, dijo con emoción.

La noche del 20 de junio de 2018 cambió para siempre la vida de su familia. Junior, de 15 años, salió brevemente de su casa en El Bronx para encontrarse con un amigo y fue interceptado por pandilleros armados.
Intentó refugiarse en una bodega del vecindario Belmont, pero fue sacado a la fuerza y herido mortalmente con cuchillos y un machete. Horas después, su familia recibió la noticia de que estaba en el hospital, pero no resistió.
Ambos primos estaban inscritos en el Programa Exploradores del NYPD, una iniciativa que acerca a los jóvenes de entre 14 y 20 años al sistema de justicia.
Participaban en jornadas comunitarias, como limpiar grafitis y actividades de prevención, soñando con patrullar algún día las calles neoyorquinas.
“En los entrenamientos hablábamos de cómo queríamos marcar la diferencia. Hoy él no está, pero yo sigo ese camino por los dos”, aseguró Anderson.
Las autoridades determinaron que Junior no tenía vínculos con pandillas, y su asesinato fue el resultado de una trágica confusión.
La indignación que causó el caso provocó protestas, una campaña viral con la etiqueta #JusticeForJunior y la condena de trece miembros del grupo “Los Trinitarios”, con penas que llegan hasta la cadena perpetua.
En su memoria, se han instaurado iniciativas como una beca universitaria a su nombre y la designación oficial de la esquina donde ocurrió el crimen como “Lesandro Junior Guzman-Feliz Way”.
Además, su madre, Leandra Guzmán Feliz, se ha convertido en activista por la seguridad, promoviendo legislación para instalar botones de emergencia en bodegas de Nueva York.
Entre los 170 oficiales bilingües que ahora se suman al NYPD, su historia se destaca por el valor de convertir una herida profunda en motor de servicio.
Desde ahora, con placa en mano y la memoria de su primo como escudo, Anderson sale a las calles de Nueva York no solo como un oficial, sino como el cumplimiento de una promesa inconclusa.