El trágico accidente que sacudió a la comunidad de Bastida, en la provincia de Azua, ha dejado un profundo dolor y una herida imborrable en la región. Lo que debía ser una noche de celebración y alegría se convirtió en una tragedia cuando un camión embistió a una multitud que festejaba en plena vía pública, dejando un saldo de siete personas fallecidas y 47 heridas. El fatídico suceso tuvo lugar mientras los residentes locales disfrutaban de una fiesta de Perico Ripiao, una tradición profundamente arraigada en la comunidad, pero que, en esta ocasión, terminó de manera desastrosa.
Entre las víctimas mortales se encontraba Mari Peña, una joven que había viajado desde Santo Domingo para unirse a la festividad organizada por su madre. Conocida por su carisma y su entusiasmo, Peña disfrutaba del ambiente festivo hasta que su vida se truncó de manera inesperada. Tras el accidente, fue trasladada de urgencia al hospital de San Juan de la Maguana, donde, a pesar de los esfuerzos médicos, falleció horas después debido a la gravedad de sus heridas.
Testigos del trágico incidente relatan que Mari Peña disfrutaba de la música y la compañía de sus amigos cuando decidió unirse a otra celebración cercana, momento en el que ocurrió el desastre. La devastación se ha extendido no solo entre los familiares, sino también en la comunidad en general, que sigue procesando la magnitud de la tragedia.
Los familiares de Mari, aún conmocionados, han expresado su comprensión hacia el conductor del camión, identificado como Encarnación, un hombre trabajador que se dirigía a su jornada laboral en el momento del accidente. “El chofer no tiene la culpa, él no esperaba encontrarse con tanta gente en la carretera”, explicó uno de los familiares de Mari. En medio del dolor, la familia ha querido eximir al conductor de responsabilidad, señalando que la multitud celebraba en un lugar inapropiado, en una carretera habitualmente transitada por vehículos pesados.
Encarnación fue detenido inicialmente tras el accidente, pero más tarde fue liberado bajo una fianza de un millón de pesos. A pesar de su liberación, enfrenta restricciones como la presentación periódica ante las autoridades y la prohibición de salida del país, mientras se continúa la investigación para esclarecer las circunstancias exactas del accidente.
El suceso ha reavivado el debate sobre la seguridad vial en las zonas rurales de la República Dominicana, donde es común que las festividades comunitarias se desborden hacia las vías de tránsito, poniendo en peligro tanto a los celebrantes como a los conductores. Las voces de la comunidad, junto con las de los familiares de las víctimas, están exigiendo una mayor regulación y medidas preventivas para evitar que tragedias como esta vuelvan a suceder.
Además de Mari Peña, otras seis personas perdieron la vida en el accidente: Yocairi Soriano Méndez (20), José René Guzmán (31), Génesis Arias Alcántara (21), Dauri Ferreras Matos (22), John David Geraldo Matos (21) y Elvin Guzmán Rodríguez (17). La mayoría de ellos eran jóvenes locales, cuyos familiares ahora enfrentan un dolor irreparable por la pérdida de vidas que apenas comenzaban.